viernes, 20 de noviembre de 2009

Cristianismo


El cristianismo, de culto libre a religión de Estado. La vida conyugal era la más corriente, en los primeros siglos, entre los cristianos laicos o no. La virginidad se apreciaba mucho, no obstante, por constituir un sacrificio amoroso de la vida a Cristo. Ciertas vírgenes concertaban con los ascetas un casamiento espiritual que implicaba demasiada intimidad para que San Cipriano lo juzgara procedente. Estas vírgenes, o feninæ subintroductæ, solían llevar, con todo, una vida rigurosa y casta. Algunas viudas o vírgenes, de probadas virtudes, recibían cierta consagración y eran elevadas al orden diaconal. Las diaconisas catequizaban a las catecúmenas y auxiliaban a los sacerdotes y obispos en distintos servicios litúrgicos y sociales. En la época apostólica, únicamente al obispo se le exigía que se hubiera casado una sola vez. Estaba prohibido el matrimonio a quien se hubiera ordenado de diácono, pero si se había casado con anterioridad a su ordenación, podía seguir haciendo vida conyugal. Desde los primeros años del siglo IV se insistió ya en el celibato eclesiástico con carácter preceptivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario